“Léase la antología, de D. Rómulo E. Durón, Honduras literaria, donde realmente, hay mucho que no es literatura.”Menéndez Pelayo
Sin duda alguna, hay veces que el intelectual hondureño, o mejor dicho el estudioso hondureño, (que ya esos dos términos llevan mucha distancia entre si) al tratar los temas de la literatura de nuestro tierra, pecan de patriotas, y adulan, ya sea inconsciente o consciente mente escritos “literarios” de muy pobre calidad. Hay en nuestros días pocos estudiosos de las letras en nuestro país, pero a pesar de su reducida cantidad, son los que muestran a los lectores, con su punto de vista crítico, mas no por eso sincero, la nueva literatura que adorna las librerías nacionales. Cabe decir, que son muchos los libros que están en esos mismos estantes y no por eso son literatura. Entonces, hablando de los estudiosos, a los que en general se les llama “críticos” tenemos figuras que con arduo trabajo se han dedicado años y años a la investigación literaria de las letras hondureñas, pero realmente no han indagado con verdadero énfasis literario al estudio de los textos de mayor relevancia, ya que también han dedicado parte de su tiempo, ya sea a leer, a consultar, a comparar, o hacer biografías de la gran mayoría de malos autores que publican las barbaridades que salen de su pobre imaginación y de sus pobres lecturas, aunque también encontraremos casos de otros, que por leer mucho, creen que tienen la facultad de escribir bien y los libros de estos, llegan a ser peores que los que no tienen el menor conocimiento de las buenas letras.
Hago esta introducción, porque hace unas horas al leer “Historia de la poesía latinoamericana” del Doc. Menéndez Pelayo, me encuentro con su punto de vista en oposición al de él Doc. Rómulo E. Durón. Cuando nuestro estudioso comienza a hablar del padre Reyes en las pastorelas, publicadas en 1905, se pueden leer estas apreciaciones; “Hombre de extraordinario talento” “Poeta inspirado y dulcísimo” “La antorcha de su genio…” “Privilegiada inteligencia” “Cerebro luminoso” “Artista delicado y genial” “Poeta inspirado y excelso” “Su alma fue una simbólica lira” “…Primores artísticos reveladores del más exquisito y depurado gusto literario” y se podrían encontrar más buenas referencias adulatorias sobre Reyes, pero con las antes puestas aquí, creo son suficientes para notar la pasión que ponen algunos estudiosos en los pocos autores que tenemos, o por lo menos en la época del Padre Reyes, pues eran poquísimos o casi nulos los hombres de letras que el pueblo había coronado con laureles. Entonces es cuando se comete el error de levantar a lo sumo a un poeta de mediana medida, como lo fue nuestro Buen padre Trinidad Reyes. Si el peso de su pluma hubiese sido del mismo peso de su alma, tendría un busto a la par del buen fray Luis de León. Con esto no digo que Reyes fue un mal poeta, porque comparándolo a otros de su tiempo, tampoco podría mentir y decir que sus pastorelas o sus composiciones satíricas o burlescas, no tenían algo en lo cual un buen lector podría complacerse al leerlas. Pero hay que ser claros, porque la transparencia en estos casos sirve para que las posteridades no caigan en las trampas de la historia, y así pueden saber que lo que es negro es negro y lo que es blanco es blanco. Si alguien lee al Marques de Santillana, a Fray Luis de León, Lope de Vega, a Góngora o a Garcilaso con sus églogas, sabrá de inmediato, que la obra de estos hombres es sumamente superior a la de nuestro buen padre Reyes. Y repito, no obstante, esto no quiere decir que para nosotros no sea significativa.
Cuando un hombre de la envergadura de Menéndez Pelayo hablaba de literatura, se sabe que lo que decía es los más cercano a un punto de vista objetivo. Y para no hacer más largo este pequeño articulo, que a lo mejor me hará ganar el desprecio de algunos hombres de letras que no creen en un mejor futuro literario que el de nuestro pasado, pondré ante sus ojos los puntos de vista del señor Pelayo.
Cuando Pelayo habla sobre la literatura de Honduras comienza con estas líneas. “En Honduras, donde la literatura colonial no había llegado a manifestarse por falta de imprenta, floreció a mediados del siglo XIX un poeta de relativo mérito y original carácter, cuyo nombre casi ignorado fuera de los limites de aquellas República hasta estos últimos años, ha tenido un renacimiento póstumo con la edición de algunas de sus obras y de los importantes estudios biográficos que se le han dedicado. LLamábase este varón docto y piadoso. Fr. José Trinidad Reyes” Si se hace hincapié en los pocos adjetivos que Pelayo le impone a Reyes, podemos ver que tienen más peso los que hablan del hombre, en su forma de ser, que los que se refieren a su labor literaria. Y más adelante, Pelayo continua con otras apreciaciones; “Fue modelo de virtudes sacerdotales” Siguiendo con las apreciaciones de el modo de ser de nuestro buen hondureño. Continua diciendo…“Predicador fervoroso y elocuente, principal educador de la juventud de su país” “Espíritu amable y benévolo”. Ahora cuando comienza a hacer su trabajo de crítico, (Que es lo que a ustedes les ha de interesar) dice lo siguiente; “Poseía algunas dotes poéticas, aunque sólo se mostraron aventajadamente en un género lírico dramático, que tiene verdadera originalidad en la literatura americana…” pero termina esta frase con líneas casi aniquilantes “… y muy rancio abolengo en la peninsular” Y para ahondar mas en el asunto, continua con lo siguiente; “Estas pastorelas no son otra cosa que la interesante prolongación, en pleno siglo XIX, de los viejos Autos de Navidad, cuya existencia en Castilla consta desde el siglo XIII, y de los cuales ya en el siglo XV se encuentra algún ejemplo anterior a Juan de Enzina. En él y en todos los primitivos autores de nuestro teatro abundan” Y nos continua diciendo… “Nos parece evidente, que su autor conocía a Lope, pero no creemos que hubiese llevado más allá sus investigaciones” Queriendo decir que nuestro poeta, de haber conocido la obra completa de Lope, que sin duda, ya se había recopilado en esos días, habría sabido de inmediato que lo que él hacía con sus pastorelas no era nada genuino. (Léase de Lope, Las Pastorelas de Belén) Más adelante continua con su punto de vista critico el señor Pelayo “Las pocas composiciones liricas que he visto de Reyes (Y habla de todas las pastorelas) son inferiores a la medianía…” Y así continua, como quien tiene para el final de su critica algo mas que decir, algo que se tenía guardado para cerrar su punto de vista. Y como ejemplo nos deja esta ultima afirmación devastadora; “ Sus himnos patrióticos son verdaderamente detestables. Para muestra basta un botón:”Qué de males
"¡oh América! Te hizo
El osado Colón al hallarte!
Oh! Si al cielo pluguiese a otra parte
Su funesto bajel conducir"
Es entonces, que puede decirse que el patriotismo es capaz de cegar a las personas con mejor visión. Pero no obstante, y para terminar estas líneas de criticas y de críticos con diferentes puntos de vista, hay que pensar en lo siguiente; Cuando un critico hace un estudio de un autor de su patria, la frialdad debe ser la herramienta a utilizar para dar las apreciaciones más justas, porque si no, habrán otros críticos, de mayor envergadura, que saldrán a la defensa de la verdad, aunque todos ha de preguntarse ¿No es la verdad de la critica la verdad más subjetiva de todas?
Sin duda alguna, hay veces que el intelectual hondureño, o mejor dicho el estudioso hondureño, (que ya esos dos términos llevan mucha distancia entre si) al tratar los temas de la literatura de nuestro tierra, pecan de patriotas, y adulan, ya sea inconsciente o consciente mente escritos “literarios” de muy pobre calidad. Hay en nuestros días pocos estudiosos de las letras en nuestro país, pero a pesar de su reducida cantidad, son los que muestran a los lectores, con su punto de vista crítico, mas no por eso sincero, la nueva literatura que adorna las librerías nacionales. Cabe decir, que son muchos los libros que están en esos mismos estantes y no por eso son literatura. Entonces, hablando de los estudiosos, a los que en general se les llama “críticos” tenemos figuras que con arduo trabajo se han dedicado años y años a la investigación literaria de las letras hondureñas, pero realmente no han indagado con verdadero énfasis literario al estudio de los textos de mayor relevancia, ya que también han dedicado parte de su tiempo, ya sea a leer, a consultar, a comparar, o hacer biografías de la gran mayoría de malos autores que publican las barbaridades que salen de su pobre imaginación y de sus pobres lecturas, aunque también encontraremos casos de otros, que por leer mucho, creen que tienen la facultad de escribir bien y los libros de estos, llegan a ser peores que los que no tienen el menor conocimiento de las buenas letras.
Hago esta introducción, porque hace unas horas al leer “Historia de la poesía latinoamericana” del Doc. Menéndez Pelayo, me encuentro con su punto de vista en oposición al de él Doc. Rómulo E. Durón. Cuando nuestro estudioso comienza a hablar del padre Reyes en las pastorelas, publicadas en 1905, se pueden leer estas apreciaciones; “Hombre de extraordinario talento” “Poeta inspirado y dulcísimo” “La antorcha de su genio…” “Privilegiada inteligencia” “Cerebro luminoso” “Artista delicado y genial” “Poeta inspirado y excelso” “Su alma fue una simbólica lira” “…Primores artísticos reveladores del más exquisito y depurado gusto literario” y se podrían encontrar más buenas referencias adulatorias sobre Reyes, pero con las antes puestas aquí, creo son suficientes para notar la pasión que ponen algunos estudiosos en los pocos autores que tenemos, o por lo menos en la época del Padre Reyes, pues eran poquísimos o casi nulos los hombres de letras que el pueblo había coronado con laureles. Entonces es cuando se comete el error de levantar a lo sumo a un poeta de mediana medida, como lo fue nuestro Buen padre Trinidad Reyes. Si el peso de su pluma hubiese sido del mismo peso de su alma, tendría un busto a la par del buen fray Luis de León. Con esto no digo que Reyes fue un mal poeta, porque comparándolo a otros de su tiempo, tampoco podría mentir y decir que sus pastorelas o sus composiciones satíricas o burlescas, no tenían algo en lo cual un buen lector podría complacerse al leerlas. Pero hay que ser claros, porque la transparencia en estos casos sirve para que las posteridades no caigan en las trampas de la historia, y así pueden saber que lo que es negro es negro y lo que es blanco es blanco. Si alguien lee al Marques de Santillana, a Fray Luis de León, Lope de Vega, a Góngora o a Garcilaso con sus églogas, sabrá de inmediato, que la obra de estos hombres es sumamente superior a la de nuestro buen padre Reyes. Y repito, no obstante, esto no quiere decir que para nosotros no sea significativa.
Cuando un hombre de la envergadura de Menéndez Pelayo hablaba de literatura, se sabe que lo que decía es los más cercano a un punto de vista objetivo. Y para no hacer más largo este pequeño articulo, que a lo mejor me hará ganar el desprecio de algunos hombres de letras que no creen en un mejor futuro literario que el de nuestro pasado, pondré ante sus ojos los puntos de vista del señor Pelayo.
Cuando Pelayo habla sobre la literatura de Honduras comienza con estas líneas. “En Honduras, donde la literatura colonial no había llegado a manifestarse por falta de imprenta, floreció a mediados del siglo XIX un poeta de relativo mérito y original carácter, cuyo nombre casi ignorado fuera de los limites de aquellas República hasta estos últimos años, ha tenido un renacimiento póstumo con la edición de algunas de sus obras y de los importantes estudios biográficos que se le han dedicado. LLamábase este varón docto y piadoso. Fr. José Trinidad Reyes” Si se hace hincapié en los pocos adjetivos que Pelayo le impone a Reyes, podemos ver que tienen más peso los que hablan del hombre, en su forma de ser, que los que se refieren a su labor literaria. Y más adelante, Pelayo continua con otras apreciaciones; “Fue modelo de virtudes sacerdotales” Siguiendo con las apreciaciones de el modo de ser de nuestro buen hondureño. Continua diciendo…“Predicador fervoroso y elocuente, principal educador de la juventud de su país” “Espíritu amable y benévolo”. Ahora cuando comienza a hacer su trabajo de crítico, (Que es lo que a ustedes les ha de interesar) dice lo siguiente; “Poseía algunas dotes poéticas, aunque sólo se mostraron aventajadamente en un género lírico dramático, que tiene verdadera originalidad en la literatura americana…” pero termina esta frase con líneas casi aniquilantes “… y muy rancio abolengo en la peninsular” Y para ahondar mas en el asunto, continua con lo siguiente; “Estas pastorelas no son otra cosa que la interesante prolongación, en pleno siglo XIX, de los viejos Autos de Navidad, cuya existencia en Castilla consta desde el siglo XIII, y de los cuales ya en el siglo XV se encuentra algún ejemplo anterior a Juan de Enzina. En él y en todos los primitivos autores de nuestro teatro abundan” Y nos continua diciendo… “Nos parece evidente, que su autor conocía a Lope, pero no creemos que hubiese llevado más allá sus investigaciones” Queriendo decir que nuestro poeta, de haber conocido la obra completa de Lope, que sin duda, ya se había recopilado en esos días, habría sabido de inmediato que lo que él hacía con sus pastorelas no era nada genuino. (Léase de Lope, Las Pastorelas de Belén) Más adelante continua con su punto de vista critico el señor Pelayo “Las pocas composiciones liricas que he visto de Reyes (Y habla de todas las pastorelas) son inferiores a la medianía…” Y así continua, como quien tiene para el final de su critica algo mas que decir, algo que se tenía guardado para cerrar su punto de vista. Y como ejemplo nos deja esta ultima afirmación devastadora; “ Sus himnos patrióticos son verdaderamente detestables. Para muestra basta un botón:”Qué de males
"¡oh América! Te hizo
El osado Colón al hallarte!
Oh! Si al cielo pluguiese a otra parte
Su funesto bajel conducir"
Es entonces, que puede decirse que el patriotismo es capaz de cegar a las personas con mejor visión. Pero no obstante, y para terminar estas líneas de criticas y de críticos con diferentes puntos de vista, hay que pensar en lo siguiente; Cuando un critico hace un estudio de un autor de su patria, la frialdad debe ser la herramienta a utilizar para dar las apreciaciones más justas, porque si no, habrán otros críticos, de mayor envergadura, que saldrán a la defensa de la verdad, aunque todos ha de preguntarse ¿No es la verdad de la critica la verdad más subjetiva de todas?